Jaime I El Conquistador, su espada mágica y lo rat penat símbolo de Valencia
Espadas Históricas: Jaime I El Conquistador
Jaime I El Conquistador fue una de las figuras más importantes de la reconquista en las Coronas de Castilla y Aragón, caracterizado por su audacia política y templanza militar consiguió reunificar su propio reino que sufría una herencia convulsa, y comenzar la reconquista de territorios tomados por los musulmanes y retornarlos a su corona o a la de Castilla.
Jaime I El Conquistador nació en Montpellier (actual Francia) en 1208 y murió en Valencia en 1276. Hijo de Pedro II y María de Montpellier pasó a ser heredero de la corona a la temprana edad de cinco años tras la muerte de su padre en la batalla de Muret, quedando rehén bajo la cautela de Simón de Monfort, ganador de la batalla en la que su padre pereció. Su madre, amparada en Roma por el Papa Inocencio III, consiguió que los templarios recuperaran a su hijo y comenzara así su reinado bajo el protectorado de esta orden, aunque la regencia en estos años estaría a cargo de su tío Sancho Raimúndez, que debió hacer frente a numerosos tumultos y revueltas, mientras su sobrino, el rey-niño, estaba recluido en el castillo de Monzón.
Jaime I pasó a la historia como uno de los monarcas más importantes de la Reconquista española, de ahí su apodo de El Conquistador. Su vida estuvo marcada por grandes hechos políticos y personales desde una corta edad. La influencia de los Templarios en su educación haría que Jaime I El Conquistador tuviera una personalidad marcada en la fe y en las guerras cristianas. En 1221, con tan solo trece años, contrajo su primer matrimonio con Leonor de Castilla, hija de Alfonso VIII de Castilla, casamiento que fue anulado por razón de parentesco. Ya con veintiséis años, contrajo sus segundas nupcias con Violante, hija de Andrés II de Hungría.
Aquí comenzaría el auge de su política expansionista, consiguiendo en años posteriores los territorios Valencianos para su Corona y Murcia, que restituyó a la Corona de Castilla. Finalmente, la figura de Jaime I supondría un hito en esta etapa hispánica, consiguiendo no solo reconstruir su territorio, sino creando una auténtica leyenda en torno a su nombre y dejando símbolos que aún están presentes en nuestros días.
Quizá el más conocido de todos sea lo rat pelat o murciélago, presente, en otros lugares, en el escudo de la ciudad de Valencia. Su origen data precisamente de la reconquista de esta ciudad, ya que cuenta la leyenda que estos animales eran domesticados por los musulmanes para acabar con diferentes plagas. Cuando Jaime I y sus tropas se encontraban en campaña para tomar la ciudad, un murciélago se posó en su tienda y batiendo sus alas contra un tambor dio aviso a las tropas de que iban a ser atacadas por los musulmanes. Por ello, Jaime I colocó al murciélago o rat penat en lo alto de su escudo y casco.
Otro elemento que ganó fama en torno a Jaime I, fue su espada, de la cual nunca prescindía, como buen templario, y se cuenta que este arma poseía habilidades mágicas.
Desde pequeño fue instruido en el arte de la esgrima por sus educadores templarios, dicen que poseía una Tizona idéntica a la del Cid, cuya espada verdadera estaba custodiada por sus cuidadores. Una tarde, el pequeño Jaime se sentó en un manantial a descansar, y el Ermitaño que vivía en el cenobio de Santa Quiteria se le acercó, era un hombre que poseía fama de mago, y le pidió al niño que sumergiera la espada en la fuente consiguiendo así que se hiciera invencible.
La espada con la que luchara Jaime I El Conquistador es una bella pieza que consta de dos puentes y dos gavilanes, uno de ellos horizontal a la hoja, y otro al puño, terminados en remate tipo rombo a juego con el pomo.
Forjada por el maestro Arellano con hoja enteriza de acero al carbono y guarnición, puño y pomo de latón macizo, esta disponible en nuestra web (aquí) con acabados rústico, espejo (como en las imágenes de este artículo) y con guarnición plateada, pudiéndose acompañar de vaina de cuero y personalizar con grabados al ácido en su hoja.
Pero incluso sus estatuas ecuestres tienen leyendas, se dice que la estatua que se encuentra de Jaime I en Valencia tiene en el interior de su caballo un secreto. Esta figura, conocida por todos los valencianos, fue forjada con el hierro de los cañones del castillo de Peñíscola. El caballo en el que galopa Jaime I, fue inspirado en el caballo de un transportista, que orgulloso de ello, decidió lanzar al hierro fundido su gorra con todos los ahorros de su vida.
En resumen, Jaime I El Conquistador, se ganó su nombre a golpe de espada y astucia, hecho que nos hace recordarle aún hoy en día.