Hola de nuevo forjadores, bienvenidos a la segunda entrega de “Forjando la Historia” de Artesanía Tradicional Toledana. Soy Sandra, que como algunos de vosotros estoy conociendo el mundo de las espadas gracias a Tony Arellano.
Aunque no soy experta en este mundo, ¡aún! hoy vengo a llevaros a una de las partes más importantes del taller, la fragua, y veremos dónde se empieza a realizar una espada. Y aunque pretendo hacerlo lo mejor posible, es mejor que lo veáis con vuestros propios ojos en el capítulo 2 de “Forjando la Historia”, en el que Tony y Artesanía Tradicional Toledana nos abren las puertas del taller del maestro Arellano.
Ep2. La fragua
Después de esta pequeña recomendación estamos preparados, entremos en el taller y directos a la fragua. La que tiene Tony en su taller la han hecho ellos mismos, y está construida con ladrillo refractario que es un gran contenedor del calor. Aquí es donde comienza la magia, pero… hay que encenderla forjadores, y recordad que lo que vamos a meter en ella es acero, por lo que debemos conseguir temperaturas realmente altas.
Para encenderla creamos una montaña con diferentes materiales inflamables como papel, cartón o madera que tienen un punto de combustión más bajo que el carbón, que es el que realmente sobrevive a estas temperaturas y calienta nuestro material. El carbón que se utiliza en este proceso no es vegetal, sino mineral, concretamente de hulla, ya que este alcanza más calorías que el carbón convencional.{module Anuncio suscríbete a espadas de toledo}
En esta combustión, como en todas, no puede faltar el oxígeno por lo que nos podemos ayudar de un fuelle manual o modernizarnos y utilizar un motor eléctrico. Aunque esto parezca algo demasiado básico o rudimentario, debemos tener en cuenta que la temperatura y su control es muy importante en este proceso, ya que es clave para poder trabajar el material.
Pero… poco a poco, primero debemos conocer bien el material que vamos a utilizar. En nuestro caso el acero al carbono F114, compuesto por el 80% de acero y 20% de carbono nos da la dureza y resistencia perfectas para la hoja cuando lo templamos. También es bastante funcional para las espadas más finas, como pueden ser las espadas roperas en muchos casos utilizadas para la esgrima antigua, ya que puede aportar mucha flexibilidad a la pieza sin que se quiebre. {module Anuncio 1}
Pues ya que conocemos el material a fondo y tenemos la fragua a toda mecha, adelante, podemos empezar a calentar el material. La temperatura que puede alcanzar la forja es de 1200 Grados, por lo que no tenemos ningún aparato que nos indique cuando alcanza el material la temperatura adecuada.
La forma que tiene la temperatura de comunicarse con nosotros es el color. Para que el material sea manejable la temperatura óptima es de 800 a 1200 grados, traducido en color rojo cereza anaranjado sin llegar a blanquear. Un buen forjador diferencia una gran escala de colores, así que si queréis ser los forjadores más aplicados os recomiendo el siguiente artículo, que explica esta escala y os adelanta los procesos que veremos poco a poco: proceso de elaboración de la espada toledana. {module Anuncio 2}
Si habéis visto el segundo capítulo de “Forjando la Historia” os habréis dado cuenta de que gracias al oído también podemos saber cuándo nuestro acero empieza a enfriarse y necesita volver a la fragua. Cuando el material está en su punto, el sonido que produce el martillo al chocar es más grave, y según se va enfriando, va pasando a un sonido más tintineante, esto se debe a que al enfriarse el material deja de absorber tanto impacto y rebota más.
Forjadores, ¡ya sí que estamos manos a la obra! En la siguiente entrada daremos el primer paso, hacer la hoja de nuestra espada. Si queréis acompañarnos en esta aventura, no olvidéis suscribiros a nuestro canal: suscríbete aquí.
Y ya sabéis lo que dice Tony: “ ¡Nunca dejéis de forjar! Ya sean espadas o sueños.