El arma de los íberos: La Falcata.
El capítulo 28 de Forjando la Historia está dedicado a una de las espadas más famosas de la historia de la península: La Falcata
¡Hola de nuevo Forjadores!
En esta ocasión venimos a hablar de una de las espadas más famosas de la Península, la histórica Falcata Ibérica, acompañados de Gonzalo Rodríguez, Doctor en Historia y guía Turístico de la ciudad de Toledo.
En el capítulo 28 de “Forjando la Historia” de Artesanía Tradicional Toledana conoceremos todo sobre esta espada emblemática de los íberos, el cuchillo afalcatado o Falcata Ibérica.
Para empezar, aclararemos la pregunta ¿cuándo se originó la Falcata Ibérica? Y es que esta espada se remonta a la época de la España Prerromana, su nombre se le da en el siglo 19, que es cuando se descubren este tipo de armas. Originalmente se le denominaba “machaira ibérica”, proveniente del término griego “machaira” que hacía referencia a las espadas con forma de hoz o sables.
El origen griego es una de las teorías sobre la invención de esta espada, ya que los íberos pudieron copiar esta forma. Aunque también se baraja la teoría de que los íberos para hacer este cuchillo afalcatado se inspiraron en los puñales indoeuropeos. Sea cual sea la inspiración de los poblados íberos, lo cierto es que la espada íbera por excelencia es la falcata siendo un emblema de nuestros antepasados de la edad de hierro.
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Pero, ¿cómo es la Falcata Ibérica? La morfología de esta espada es muy peculiar, ya que no es una espada recta ni un sable curvo, la espada íbera es cóncava y tiene simetría entre la punta y la empuñadura. La utilidad de la Falcata Ibérica es doble, ya que sirve tanto de hacha como de machete, acumula su fuerza en la parte delantera y también sirve de espada. Los soldados romanos que se enfrentaron contra este cuchillo afalcatado tuvieron que reforzar sus escudos.
Quien empuñaba la Falcata Ibérica eran soldados de alta aristocracia guerrera, estaban hechas a medida para quien la blandía tanto en peso, longitud como en su puño, que se ajustaba a la mano del soldado. Para poder luchar con la espada íbera los soldados requerían un especial adiestramiento y esgrima, ya que debían sacar el máximo provecho.
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Eran armas muy ligadas al soldado, debido a la personalización no servían para otros por lo que la espada se destruía cuando el soldado perecía en batalla o se enterraba con él.
Aunque se habla de una relación de la espada íbera con la gladius hispaniensis de las legiones romanas lo cierto es que esta última no está pensada de la misma forma que la falcata de los pueblos íberos. Puede ser que las legiones romanas copiaran ciertas técnicas de metalurgia y fabricación, pero mientras los íberos dotaban de esta espada a sus mejores guerreros y las hacían a medida, los romanos necesitaban una producción en cadena de espadas para sus grandes legiones.
Ya que sabemos quien utilizaba la Falcata Ibérica aclararemos cuando se utilizó la falcata. Los mercenarios íberos blandieron esta espada en las primeras y segundas guerras púnicas así como en la guerra del Peloponeso. Se dejó de utilizar a mediados del Siglo I A.C. cuando el mundo ibérico fue absorbido por Roma. Y aunque se puedan encontrar falcatas a lo largo de la península debido al préstamo e intercambios su origen está en el sudeste y sur de Hispania.
La Falcata Ibérica es un arma corta -de unos 60 cm – y ligera -de medio kilo a uno como mucho- dependiendo de la envergadura del guerrero. Su puño hecho por cachas de madera también se ajustaba a la mano de quien la portara. La forma del puño de este cuchillo afalcatado se denomina de cabeza de caballo, una vez más haciendo alusión a la exclusividad de los guerreros. Es la primera espada decorada, encontrando algunas falcatas antiguas con incrustaciones de plata, oro o minerales.
La espada Falcata Ibérica es el arma fundamental para entender las guerras de la antigüedad y el mundo ibérico en general terminando por ser un referente identitario de la Hispania Prerromana de los celtas, íberos y celtíberos.
Ya sabéis, que todo lo dicho hasta ahora no tiene sentido sin ver el poder que tiene el arma por excelencia de los pueblos íberos y por ello en el capítulo 28 de «Forjando la Historia» Tony Arellano hace la prueba final demostrando que el machetazo de la espada íbera fue un gran rival para los escudos de las legiones romanas.
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28. El arma de los íberos: La Falcata· FORJANDO LA HISTORIA